El blanqueamiento dental requiere de la valoración de un dentista que tendrá en cuenta el estado de nuestra salud bucodental. El esmalte de nuestros dientes junto con otros factores como la dieta (consumo de café, té, regaliz…), ciertos hábitos como el tabaco, el uso de algunos antibióticos e incluso el paso del tiempo pueden ir alterando el color de los dientes.
Los dientes no son blancos como perlas, el color depende de la herencia y de las propias capas del diente. El esmalte es translúcido y prácticamente no tiene color y en función de su grosor y calidad, deja que se “transparente” el color de la dentina, que es de un tono amarillento.
En muchos casos la influencia de ciertos» consejos » que aparecen en revistas, foros, blogs…con el nombre «Blanqueamiento dental casero» nos hacen pensar que podemos obtener una reluciente sonrisa de forma económica y sencilla y sin ningún perjuicio. Pero la realidad es que en la mayoría de las recetas caseras de blanqueamiento dental se incluyen ingredientes como el bicarbonato, el limón o el agua oxigenada y estos productos no sólo no funcionan como blanqueadores dentales sino que además pueden provocar abrasión del esmalte, quemaduras, alteraciones en las mucosas o generar problemas de sensibilidad dental.
Otros «consejos» apuntan al consumo de frutas y verduras como fresas, zanahorias e incluso cáscaras de plátano como remedios para que nuestros dientes parezcan más blancos, sin embargo nada de esto está demostrado.
Si sus dientes se van amarilleando, puede recurrir al blanqueamiento pero siempre con la asistencia y consejo de su dentista, que decidirá el tratamiento más adecuado en cada caso y podrá descartar otros problemas de salud bucodental evitando así posibles complicaciones.
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